Sanación desde el vientre materno

Pasar por las ocho etapas de la vida es más que un recuento de estaciones. En cada una de ellas se presentan situaciones que nos afectan dejando en nosotros recuerdos dolorosos (traumas) que se quedan grabados en el inconsciente.

En efecto, desde el vientre materno, empieza una historia marcada por heridas como el rechazo, la indiferencia, la soledad... Nos acompañan durante la infancia, la niñez, la juventud, la edad adulta, hasta la vejez; heridas que se van somatizando en la psiquis y en el cuerpo, causándonos enfermedades a nivel físico y emocional.

Nuestra primera reacción suele ser la búsqueda de un consejo o apoyo en nuestros amigos y en las personas más cercanas, olvidándonos que existe un especialista dispuesto siempre a brindarnos su consuelo. En su gratuidad, nuestro Señor Jesucristo extiende su mano poderosa para que unida a nuestra disposición y voluntad, sean transformadas esas circunstancias dañinas que se anidan en la mente y en el corazón, con el único anhelo de que podamos disfrutar una vida plena en Su Presencia.

Jesús ha estado siempre con nosotros en todas las etapas de la vida. Él es el único que sana y libera. Confiados en la gran intercesora, nuestra Madre Santísima, la siempre Virgen María, podremos gozar de bienestar para sí mismo y para los demás, y afianzar una relación amorosa con nuestro Padre Dios.